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Música hecha con residuos: un instrumento transformador para Andrea de Francisco
Música hecha con residuos: un instrumento transformador para Andrea de Francisco
Andrea de Francisco es la creadora del grupo Latin Latas. Imagen: cortesía
Bogotá, septiembre 30 de 2020. (@AmbienteBogota). Donde quizás muchas personas observan montañas de basura, Andrea de Francisco ve oportunidades para hacer música, impactar positivamente a la sociedad y generar conciencia ambiental sobre la gestión de residuos.
A esta bogotana la mueven dos pasiones: la música y la protección del planeta. Desde sus cuatro años ha estado inmersa en el mundo artístico y siempre ha sido una mujer protectora de los animales, la naturaleza y la vida, en general. La unión de estas cosas la llevó a crear en 2010 Latin Latas, una propuesta rítmica cuyos instrumentos son hechos únicamente con materiales reciclados.
Sin embargo, la consolidación del grupo fue solo la materialización de una idea que tenía en su mente. Todo empezó en Ciudad Bolívar, específicamente en el sector Altos de Cazucá, donde estaba vinculada a un proyecto de Derechos Humanos y les dictaba clases extracurriculares de música a los niños.
Después de dos años, los pequeños empezaron a pedirle instrumentos y como no había dinero para comprarlos se le ocurrió que la basura podría ser un buen insumo para fabricarlos. Entonces, recordó sus épocas de aprendizaje musical en las que conoció al grupo de percusión británico Stomp, caracterizado por utilizar el cuerpo y los objetos ordinarios en sus espectáculos, y decidió comenzar a experimentar.
¿Esa falta de dinero para tener instrumentos conectó mis dos pasiones: la vida, porque siempre fui una niña muy conectada con los animales y la naturaleza, y la música. Entonces, dije: ¿bueno, no hay instrumentos ni hay plata, pero hay basura¿¿, rememora Andrea.
El experimento resultó ser todo un éxito. Por medio de este, los niños de la comunidad, que nunca habían tenido la oportunidad de salir del barrio, fueron a distintos centros comerciales y espacios públicos de Bogotá a mostrar su música hecha con plásticos, latas y otros residuos. Este se convirtió en un momento clave para que Andrea comenzara su recorrido por el mundo de la lutería.
Aunque ella reconoce la importancia de la innovación sonora en su proyecto musical, el cual se ha consolidado como un movimiento cultural de talla internacional, está convencida de que su misión va más allá de eso. Su objetivo principal es realizar pedagogía social y sostenible.
¿Decidí que la música sería un canal de comunicación -porque el problema que hay en el mundo es de información- y que la basura o los residuos se convertirían en una herramienta para pasar del discurso a la acción¿, enfatiza la bogotana.
La convicción de esta mujer por promover verdaderos cambios a través de la música no solo se evidencia en los instrumentos que usa, sino en las canciones que ella misma compone y canta con el grupo. Sus letras, amenizadas por sonidos folclóricos, están dedicadas al reciclaje, el consumo responsable y el planeta.
Residuos convertidos en arte
Para Andrea todo sirve, y esa es la consigna con la que vive y bajo la cual ha creado diferentes instrumentos, junto con su equipo y los jóvenes que forman parte de Latin Latas. Su casa y el taller donde ensaya e imparte conocimientos a otras personas llevan el sello ¿zero waste¿. En estos espacios es común observar objetos que además de ser originales y bonitos, están hechos con lo que generalmente se conoce como basura.
El instrumento insignia del grupo es el Ho¿pomoponofono, un ukelele fabricado con una lata de chocolates roja en forma de corazón, cuyo nombre le hace honor a la tradición hawaiana Ho¿oponopono, dirigida a la resolución de los problemas interpersonales por medio de palabras como ¿lo siento¿, ¿perdóname¿, ¿te amo¿ y ¿gracias¿.
¿Para mí representa el poder de la paz, el poder del perdón. Siempre que hablo de este instrumento doy un mensaje¿, dice Andrea, quien tiene la particularidad de ponerles un nombre auténtico a los instrumentos que diseña.
Inspirada en su gusto por la música electrónica, desarrolló otra de sus grandes hazañas: el Plasticordio. Se trata de un controlador hecho con cepillos de dientes empotrado en una aspiradora. Con este instrumento, la bogotana no solo busca generar conciencia ambiental, sino dejar un mensaje sobre el rol que tienen las mujeres en la sociedad y su capacidad para manejar herramientas e innovar.
Entre sus creaciones también se destacan el Secáfono, un micrófono hecho con un secador de cabello; el Guitarfolio, una guitarra compuesta por un portafolio y un disco duro y decorada con taches de colores de un cinturón viejo; los tambores, fabricados con PET; y la Marimbotella, un instrumento único realizado con botellas y válvulas de bicicleta.
Todas estas herramientas son producto de la investigación y la experimentación constantes que caracterizan a Andrea. Ahora, por ejemplo, está trabajando en el sueño de fabricar un acordeón que, según ella, es uno de los instrumentos más difíciles de hacer.
Vivencias memorables y sueños grandes
El trabajo de pedagogía realizado con Latin Latas -que hace un tiempo se transformó en una corporación-, ha llevado a Andrea a las zonas rurales más profundas de Colombia, pero también a dejar su mensaje en algunas ciudades de Francia, España y México.
Para ella, lo más gratificante de su proyecto es poder sensibilizar a las personas, sin brechas sociales ni fronteras, con el único propósito de generar cambios que impacten positivamente el planeta.
¿Poder llegar a lugares donde no hay luz, trabajar con tantos líderes, lideresas, maestros y gente que realmente es muy resiliente nos da un mensaje grandísimo de fuerza, a pesar de todo lo difícil en este país¿, resalta la compositora y cantante.
A través de la corporación que codirige con sus dos socias, Claudia Vargas y Paula Sáenz, Andrea también realiza jornadas de concientización dirigidas a diferentes públicos sobre el cuidado de la naturaleza, a partir de la adecuada gestión de residuos y, especialmente, del consumo responsable. De hecho, su filosofía de vida y enseñanza se basa en siete erres: reflexionar, rechazar, reducir, reparar, reutilizar, regresar a la tierra y reciclar.
Esta mujer, que es una fiel admiradora de lideresas ambientales como Greta Thunberg, Berta Cáceres y Francia Márquez, espera seguir llegando con su música y pedagogía a más lugares para generarles oportunidades de crecimiento a los niños y jóvenes y promover cambios que beneficien el planeta.