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La Guajira: un paso más cerca de la libertad para 120 animales silvestres que fueron víctimas del tráfico de especies
La Guajira: un paso más cerca de la libertad para 120 animales silvestres que fueron víctimas del tráfico de especies
#RutaDeLaLibertad reubicó a 120 animales
Bogotá, 27 de octubre de 2020. (@AmbienteBogota). En la madrugada del lunes 19 de octubre, cerca de 120 loras y un mono aullador se despidieron de las bajas temperaturas de la Sabana de Bogotá para empezar un viaje de largos y calurosos trayectos, que terminó en la tarde del pasado miércoles en un centro de rehabilitación de fauna silvestre localizado en Dibulla, La Guajira.
Durante casi tres días, estos animales recorrieron más de 1.000 kilómetros distribuidos entre la capital del país y su destino. Un equipo de profesionales de la Secretaría de Ambiente de Bogotá les ayuda a superar las secuelas de la tenencia y el tráfico ilegal, y les devuelve la esperanza de regresar a sus hábitats naturales.
En el recorrido, los biólogos, zootecnistas, veterinarios, conductores y, en general, los servidores de la Secretaría de Ambiente que se embarcaron en la Ruta de la libertad -como fue denominada esta operación-, fijaron su atención en los animales y les brindaron los mejores cuidados para que llegaran sanos y en buenas condiciones. Cada dos horas, la caravana se detuvo para rociarles agua y refrescarlos en medio del ardiente sol que se siente en las zonas tropicales.
"Realizamos trayectos a una velocidad idónea para que no se estresen ni sufran de calor. Durante todo el viaje les hacemos evaluaciones y verificamos que estén bien. Este proceso garantiza que viajen en las mejores condiciones posibles", explicó Juan Manuel Escobar, biólogo y líder del equipo de Protección, Prevención e Investigación de la Secretaría de Ambiente.
En un hotel del municipio de San Alberto, Cesar, los animales pasaron la primera noche de esta travesía. Al otro día madrugaron a despertar a los huéspedes con sus alaridos y cantos, mientras que cuidadores aseaban las jaulas y les preparaban un delicioso desayuno compuesto de frutas, huevo, cacahuetes, apio y otros alimentos necesarios para soportar el viaje.
"Durante el camino, proveemos frutas ricas en agua para que no haya deshidratación y una dieta que incluye proteínas, nutrientes y todo lo que se requiere para su sostenimiento y rehabilitación", destacó Catalina González, bióloga especialista en fauna silvestre de la Secretaría de Ambiente.
La rutina de descanso, aseo y nutrición se repitió en Valledupar, donde el equipo de trabajo y los animales pasaron la segunda noche. El miércoles en la mañana partieron de esta ciudad hacia el Centro Agroecológico y Ecoturístico del Río Jerez, de Corpoguajira, al que llegaron en la tarde.
Este lugar, rodeado de naturaleza y agua, se convirtió en el punto de partida de una nueva historia para los individuos trasladados. Un grupo de profesionales de Corpoguajira los recibió y ubicó en espacios controlados en el recinto, donde tendrán que pasar por un periodo inicial de cuarentena, con el objetivo de prevenir algún tipo de contagio, y, luego de esto, por arduos procesos de adaptación hasta rehabilitarse.
Las loras, de las especies Amazona ochrocephala y Amazona amazonica, salieron de sus jaulas e ingresaron a un sitio aislado de gran tamaño, cuyo interior tiene troncos, árboles y palos dispuestos para que practiquen su vuelo y se entrenen en la tarea de conseguir comida. En este espacio, los biólogos harán todo lo posible para que rompan su vínculo con las personas y recuperen sus instintos y el lenguaje natural, debido a que todas hablan, cantan y se ríen como los seres humanos.
Las loras, de las especies Amazona ochrocephala y Amazona amazonica fueron reubicadas en la Ruta de la Libertad. Foto: Comunicaciones, Secretaría de Ambiente.
Claudia Brieva, médica veterinaria y profesora asociada de la Universidad Nacional de Colombia, explicó que las loras y otros psitácidos cuentan con un coeficiente intelectual que se puede equiparar con el de un niño de tres o cuatro años, es decir, tienen la capacidad de resolver problemas complejos o identificar objetos, lo cual hace que su proceso comportamental sea más difícil.
"Estas aves están aproximadamente un año con los padres, luego de eclosionar (salir) del huevo. Este es un periodo de enseñanza bastante importante. Muchas veces los traficantes las sacan de los nidos cuando están en esa etapa y hacen que las alteraciones sean grandes y adquieran comportamientos anormales que luego deben ser corregidos (...) Es posible que, en el proceso de rehabilitación, estas actuaciones, así como su vínculo con la gente, se puedan revertir, extinguir o modificar mediante el uso de diferentes técnicas", explicó la experta.
Precisamente, este fue el reto al que se enfrentan los profesionales de Corpoguajira, quienes durante varios meses dedicarán su tiempo y esfuerzo al cuidado y rehabilitación de las 119 loras para garantizarles el regreso a la libertad.
A otro lugar del mismo centro ecológico ingresó el mono aullador. Apenas le abrieron la puerta del guacal en el que iba, agarró el primer pedazo de fruta que encontró y empezó a brincar de un lado a otro. En este sitio guardará una cuarentena de tres meses y luego empezará un proceso de integración con individuos de su especie para continuar la rehabilitación y, posteriormente, volver a su entorno.
En su corta vida, este animal ha vivido largas travesías. Antes de ingresar al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre en Bogotá, como consecuencia de un operativo realizado en la Terminal Salitre de Bogotá en agosto de este año, estuvo cerca de doce meses en manos de un ciudadano que lo compró en el municipio de Maicao, La Guajira, quien también pretendía trasladarlo al departamento del Huila.
Mono aullador fue reubicado en un centro ecológico en la Ruta de la Libertad. Foto: Comunicaciones, Secretaría de Ambiente.
Ahora, la Ruta de la libertad le permitirá estar más cerca de su hábitat natural y compartir con otros monos que también fueron víctimas del tráfico o la tenencia ilegal, ya que su especie es una de las más afectadas por este problema en La Guajira.
"Dentro de las especies más traficadas en el departamento se encuentran los monos aulladores. Lastimosamente, ese flagelo se maneja en altos porcentajes, a pesar de que les hemos hecho hincapié a las personas de la no tenencia de animales silvestres. El individuo que recibimos entra en cuarentena y esperamos reunir un grupo para liberarlo", afirmó Adriana Fonseca, médica veterinaria, encargada de manejo técnico de fauna silvestre de La Guajira.
En el Centro Agroecológico y Ecoturístico del Río Jerez hay otros 143 animales silvestres que fueron rescatados o entregados de forma voluntaria por sus tenedores. Entre estos se encuentran monos aulladores y araña, loras y pumas. También hay un tigrillo que lleva casi tres años en rehabilitación y con pocas esperanzas de regresar a la libertad, debido a las graves consecuencias del cautiverio y la humanización de la que fue víctima.
"Hay animales que durante el proceso de tráfico han sufrido amputaciones, han sido demasiado "improntados" o tienen una cercanía muy grande con el humano, por lo que, definitivamente, no pueden ser liberados", especificó el biólogo Juan Manuel Escobar.
Con el apoyo de los biólogos y veterinarios del centro de rehabilitación, las 119 loras y el mono aullador trasladados en la Ruta de la libertad desde Bogotá hasta La Guajira, emprenderán el camino por recobrar sus instintos naturales y defenderse en sus hábitats naturales, de donde nunca debieron salir.